¿Podrían las bacterias intestinales explicar el vínculo entre el estrés y las enfermedades autoinmunes?

Nueva evidencia podría explicar por qué el estrés es un factor de riesgo de enfermedad autoinmune. Un estudio reciente en ratones revela que el estrés social persistente cambia la microbiota intestinal, o los microorganismos, de manera que pueden desencadenar ciertas respuestas inmunitarias.

¿Por qué el estrés influye en el riesgo de enfermedades autoinmunes?

Las enfermedades autoinmunes se desarrollan cuando el sistema inmunológico ataca los propios tejidos, órganos y células del cuerpo. Responde a ellos como si fueran bacterias y virus que causan enfermedades.

El Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas sugiere que existen al menos 80 enfermedades autoinmunes, como el lupus, la artritis reumatoide y la diabetes tipo 1.

Los estudios han identificado el estrés como un factor de riesgo de enfermedad autoinmune. Sin embargo, el mecanismo del vínculo no está claro.

Investigadores de la Universidad de Bar Ilan en Israel han descubierto que las bacterias intestinales de los ratones responden al estrés social aumentando el número de células T auxiliares efectoras, células inmunitarias que desempeñan un papel en la autoinmunidad.

Informan sus hallazgos en un artículo reciente en la revista. mSystems.

"Sabemos que existe una fuerte interferencia entre el sistema inmunológico y la microbiota", dice la autora principal del estudio e inmunóloga Orly Avni, Ph.D.

Avni y su equipo encontraron que el estrés social persistente cambiaba no solo la expresión de genes en las bacterias intestinales de los ratones, sino también su composición.

“Y la consiguiente respuesta inmune a esa amenaza puso en peligro la tolerancia a uno mismo”, agrega.

Los síntomas varían en las enfermedades autoinmunes

En los Estados Unidos, más de 50 millones de personas tienen una enfermedad autoinmune, según una estimación de la Asociación Estadounidense de Enfermedades Autoinmunes Relacionadas.

Las causas de muchas de estas enfermedades, que ocurren con más frecuencia en mujeres que en hombres, no están claras.

Aparte de los riesgos heredados, los científicos sospechan que las posibilidades de desarrollar una enfermedad autoinmune surgen principalmente de interacciones complejas entre los genes y el medio ambiente.

Lo que hace que la investigación de las causas de las enfermedades autoinmunes sea particularmente desafiante es la naturaleza variada y la gravedad de los síntomas. Esta variedad difiere no solo según las condiciones, sino también dentro de ellas.

Tomemos, por ejemplo, la esclerosis múltiple (EM), una enfermedad en la que el sistema inmunológico ataca a la mielina, la proteína protectora que recubre y aísla los nervios del sistema nervioso central.

La EM tiene síntomas impredecibles que pueden variar desde "relativamente benignos" hasta "incapacitantes" e incluso "devastadores".

La enfermedad a menudo comienza con problemas de visión y progresa a debilidad y dificultades con el equilibrio y la coordinación.

Por el contrario, en la esclerodermia, una enfermedad rara e incapacitante, la autoinmunidad induce fibrosis, que es la sobreproducción de colágeno y otras proteínas que forman el tejido conectivo.

La esclerodermia puede afectar varias partes del cuerpo, incluidos los órganos internos, la piel y los vasos sanguíneos. Los diferentes tipos de esta enfermedad varían según el grado en que la fibrosis sea localizada o sistémica.

El estrés altera las bacterias intestinales en ratones

En el nuevo estudio, los investigadores utilizaron dos grupos de ratones: el grupo de estrés social y el grupo de control. Expusieron al grupo de estrés social a 10 días de encuentros diarios con otros ratones agresivos y dominantes. El grupo de control, mientras tanto, no experimentó tales encuentros.

Cuando posteriormente analizaron los microbios intestinales de los ratones, los investigadores encontraron que el grupo de estrés social tenía más Bilophila y Dehalobacterium que los controles.

Los científicos también han encontrado niveles más altos de estas bacterias intestinales en personas con EM.

Investigaciones posteriores revelaron que el estrés había alterado algunos genes en los microbios intestinales de los ratones. Los cambios genéticos más importantes fueron los que ayudan a las bacterias a crecer, moverse y transmitir señales hacia y desde su anfitrión.

Aumentar la expresión de estos genes en microbios puede ayudarlos a viajar fuera del intestino. El equipo descubrió, por ejemplo, que tales alteraciones podrían permitir que los microbios viajen a los ganglios linfáticos cercanos donde podrían desencadenar respuestas inmunes.

Los ganglios linfáticos intestinales de los ratones estresados ​​contenían niveles más altos no solo de más bacterias patógenas sino también de células T efectoras, "incluidas las células autorreactivas de mielina".

Los hallazgos sugieren que existe una cadena de eventos por la cual la exposición al estrés, los cambios en las bacterias intestinales y los cambios en las células inmunes conducen a un mayor riesgo de un ataque autoinmune.

Sin embargo, Avni advierte que si bien parece que las bacterias intestinales pueden reaccionar al estrés social, todavía hay un camino por recorrer para descubrir cómo se desarrollan estos eventos a largo plazo.

Una mejor comprensión de esta compleja relación podría, algún día, conducir a tratamientos individualizados de microbios intestinales para afecciones autoinmunes que son sensibles al estrés.

“No basta con estudiar la composición o el aumento o disminución de una especie. También tenemos que entender cómo la microbiota nos percibe y cómo cambia su 'comportamiento' en consecuencia ".

Orly Avni, Ph.D.

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