¿Cuánto dolerá esto? Las ondas cerebrales pueden tener la respuesta

Todos sentimos dolor, pero nuestras experiencias no son iguales. Un nuevo estudio demuestra que midiendo la actividad cerebral, podríamos predecir quién será más sensible al dolor.

Las ondas cerebrales pueden ayudar a los médicos a comprender quién es más susceptible al dolor.

El dolor es un fenómeno extraño. El dolor de una lesión en particular puede diferir de una persona a otra, incluso si la herida es la misma.

La psicología y la fisiología interactúan para determinar qué tan doloroso será algo.

Por ejemplo, si esperamos que algo duela, es más probable que sea doloroso que si esperamos que sea indoloro.

Debido a que el dolor es tan variado, es imposible estimar cuánto dolor puede sentir una persona después de un procedimiento médico.

Recientemente, científicos de la Universidad de Birmingham en el Reino Unido se unieron a los de la Universidad de Maryland en College Park. Buscaron pistas sobre la sensibilidad al dolor escondida en las ondas cerebrales.

Predecir el dolor

Para investigar, introdujeron pasta de capsaicina en los antebrazos de 21 participantes. La capsaicina es el compuesto que da calor a los chiles y, cuando se coloca sobre la piel, induce una "hiperalgesia térmica robusta".

En otras palabras, se siente caliente y doloroso. Los participantes soportaron la quemadura durante 1 hora.

Antes y durante la exposición, el equipo evaluó la actividad cerebral con un electroencefalograma (EEG). Un EEG es una prueba no invasiva en la que se adhieren pequeños discos de metal al cuero cabelludo. Estos detectan fluctuaciones de voltaje, dando una imagen general de la actividad cerebral.

Los científicos estaban particularmente interesados ​​en un tipo de onda cerebral llamada ondas alfa. Las ondas alfa, que se originan en el lóbulo occipital, o el área de procesamiento visual hacia la parte posterior del cráneo, son más prominentes cuando se relaja con los ojos cerrados y se reducen con los ojos abiertos, cuando está somnoliento y durante el sueño.

Los resultados fueron fascinantes. La frecuencia de la onda alfa pareció predecir la sensibilidad al dolor.

Los participantes cuya frecuencia de ondas alfa cerebrales era más lenta antes de que se introdujera la capsaicina informaron que sentían mucho más dolor que aquellos que tenían una frecuencia más rápida de ondas alfa antes.

Además, aquellos cuyas ondas alfa aumentaron durante el dolor informaron menos dolor que aquellos cuyas ondas alfa disminuyeron.

Las implicaciones para el dolor crónico

Como explica el coautor principal del estudio, el Dr. Ali Mazaheri, del Centro para la Salud del Cerebro Humano de la Universidad de Birmingham, "Aquí, observamos que la frecuencia alfa de un individuo puede usarse como una medida de la predisposición de un individuo a desarrollar dolor".

"Esto", agrega, "tiene una relevancia directa para comprender qué hace que una persona sea propensa al dolor crónico después de una intervención médica, como una cirugía o quimioterapia".

Comprender qué individuos pueden ser más susceptibles al dolor podría ser muy útil para la comunidad médica. Los hallazgos fueron publicados recientemente en la revista Neuroimagen.

"Potencialmente, esto significa que podríamos identificar qué personas tienen más probabilidades de desarrollar dolor como resultado de un procedimiento médico y tomar medidas desde el principio en la formulación de estrategias de tratamiento en pacientes que probablemente estén predispuestos a desarrollar dolor crónico".

Dr. Ali Mazaheri

Las ondas alfa se han implicado anteriormente en la percepción del dolor. Según Andrew Furman, de la Universidad de Maryland, "se ha descubierto que la frecuencia alfa es más lenta en personas que han experimentado dolor crónico".

"Entonces", continúa, "el hecho de que observamos que la desaceleración de la actividad alfa como resultado del dolor se correlacionó con la intensidad del informe de dolor de un individuo no fue tan inesperado".

Sin embargo, el hecho de que las ondas alfa puedan ofrecer algún poder predictivo es inesperado. Furman continúa diciendo: "Lo que fue muy sorprendente, sin embargo, fue que antes del dolor, es decir, la frecuencia alfa sin dolor, podíamos predecir cuánto dolor experimentarían las personas".

“Esto sugeriría”, agrega, “que podría ser que la desaceleración de la actividad alfa en los pacientes con dolor crónico no se deba al dolor, sino que estos individuos tenían una frecuencia alfa lenta para empezar y, como tal, eran más propensos o vulnerables a desarrollar dolor ".

Además de nuestro conocimiento sobre este tema, estos resultados ayudarán a desarrollar una mejor comprensión de qué individuos pueden ser más susceptibles al dolor crónico. También pueden ayudarnos a comprender cómo funciona el dolor en el cerebro.

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