¿Puede nuestro entorno alimentar la adicción?

Nueva investigación en la revista Aprendizaje y Memoria explora el impacto de las señales ambientales sobre la adicción. Los hallazgos podrían mejorar el proceso de recuperación de la adicción.

Caminar por la misma calle en la que solía fumar una persona puede desencadenar recuerdos que podrían hacer que quieran encenderse.

Cuando entramos en un restaurante, la exposición a señales de comida, como verla y olerla, puede estimular nuestro apetito y hacernos desearlo, incluso si ya estamos llenos.

En la adicción, estas señales desencadenan vías de recompensa en el cerebro, lo que hace que sea muy difícil resistir los antojos.

Estas vías de recompensa implican la liberación de la hormona dopamina.

Esto también se conoce como el neurotransmisor de "sexo, drogas y rock 'n' roll" porque nuestro cerebro lo libera durante actividades placenteras.

La dopamina, sin embargo, también juega un papel crucial en el aprendizaje y la motivación. Estudios anteriores han demostrado que, en ausencia de dopamina, a los ratones les resulta más difícil aprender y recordar cosas nuevas.

Entonces, ¿qué sucede con el aprendizaje y la formación de la memoria en la adicción, durante los cuales el cerebro está acostumbrado a "sobreexcitarse" antes de recibir una droga?

Científicos del Departamento de Psicología y Programa Colaborativo en Neurociencia de la Universidad de Guelph en Ontario, Canadá, se propusieron investigar.

El Prof. Francesco Leri es el último y correspondiente autor del nuevo estudio.

Cómo las señales relacionadas con las drogas afectan la memoria

Específicamente, el profesor Leri y sus colegas querían investigar los efectos de las señales de adicción a la nicotina y la cocaína en la formación de la memoria.

Como explican los autores del estudio, investigaciones anteriores habían demostrado que las señales ambientales relacionadas con la adicción activan áreas del cerebro asociadas con el procesamiento emocional y la respuesta a los estímulos.

Esta es la razón por la que la vista de un área para fumadores puede desencadenar el hábito de fumar, lo que, a su vez, hace que una persona que fuma se sienta bien temporalmente.

Sin embargo, el profesor Leri y su equipo estaban interesados ​​en los vínculos entre la memoria y el aprendizaje. Estudios anteriores habían demostrado que la cocaína y la nicotina mejoran la formación de la memoria a largo plazo, señalan los científicos.

En sus nuevos experimentos, dieron cocaína y nicotina a ratas y probaron su memoria colocándolas en cámaras de prueba y examinando qué tan bien recordaban nuevos objetos.

Luego, acondicionaron a las ratas para que asociaran las drogas con ciertos estímulos ambientales. Finalmente, probaron la memoria de las ratas cuando no habían recibido ningún fármaco pero estaban expuestas a los estímulos.

Estos experimentos revelaron que las memorias de los roedores eran más activas en las cámaras donde los científicos les habían administrado drogas y las habían condicionado a señales asociadas a las drogas, pero eran menos activas en ambientes libres de asociaciones de drogas.

Esto sugirió al equipo que cuando la nicotina y la cocaína se asocian con señales ambientales, estas señales pueden impulsar el aprendizaje y fortalecer la memoria.

"Esas señales adquieren poderosos efectos cognitivos", dice el profesor Leri, que "podrían usarse para mejorar el aprendizaje del proceso de recuperación".

Estos efectos de fortalecimiento de la memoria dificultan la recuperación de la adicción, explican los autores del estudio. Sin embargo, comprender el mecanismo podría hacer que la terapia cognitivo-conductual sea más eficaz para tratar la adicción.

"Los estímulos en nuestro entorno, como edificios, objetos y lugares, son normalmente bastante inocuos, [pero] cuando se asocian con drogas de abuso, pueden convertirse en modificadores de la función de la memoria".

Prof. Francesco Leri

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