Cómo la salud del hígado afecta el riesgo de Alzheimer

Si bien todavía no sabemos exactamente qué causa el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer, los especialistas han trabajado arduamente para tratar de identificar los factores de riesgo más destacados. Una nueva investigación ahora ha identificado un nuevo jugador en lo que respecta al riesgo de Alzheimer: el hígado.

Una nueva investigación destaca el papel potencial del hígado en el aumento del riesgo de Alzheimer.

Esta semana, en la Conferencia Internacional anual de la Asociación de Alzheimer, celebrada en Chicago, IL, investigadores dirigidos por el Dr. Mitchel A. Kling, profesor asociado de psiquiatría de la Universidad de Pensilvania en Filadelfia, presentaron los intrigantes hallazgos de su último estudio.

Observaron que el riesgo de enfermedad de Alzheimer se asocia con niveles reducidos de plasmalógenos, un tipo de fosfolípido producido en el hígado. Desempeñan un papel clave en el mantenimiento de la salud de las células cerebrales.

Desde el hígado, los plasmalógenos se transportan al cerebro y a otros órganos a través de la sangre. Los niveles de estos fosfolípidos se pueden medir a través de pruebas especializadas que han sido diseñadas por el Dr. Kling en colaboración con colegas del Consorcio de Metabolómica de la Enfermedad de Alzheimer de la Universidad de Duke en Durham, Carolina del Norte.

Los investigadores identificaron tres índices (evaluar las proporciones de diferentes plasmalógenos entre sí, las proporciones de plasmalógenos a otros lípidos y una combinación de estas medidas) que les permiten determinar la cantidad de plasmalógenos en relación con el funcionamiento cognitivo.

Específicamente, estaban interesados ​​en confirmar si la disminución de los niveles de plasmalógeno estaba relacionada con un mayor riesgo de desarrollar varios grados de deterioro cognitivo, que incluyen: enfermedad de Alzheimer, deterioro cognitivo leve (DCL) o problemas de memoria significativos (SMC).

Los cambios en el hígado influyen en el riesgo

El Dr. Kling y su equipo evaluaron los niveles de varios plasmalógenos diferentes, incluidos los que contienen ácidos grasos omega-3 específicos: ácido docosahexaenoico (DHA) y ácido eicosapentaenoico. También midieron los niveles de un ácido graso omega-6 y de algunos lípidos no plasmalógenos estrechamente relacionados con los plasmalógenos.

Las mediciones se tomaron en muestras de fluidos corporales a base de sangre recolectadas de dos grupos diferentes de participantes del estudio.

El primer grupo estaba formado por 1.547 personas diagnosticadas con enfermedad de Alzheimer, DCL o SMC, así como varias personas que se confirmó que eran cognitivamente normales. Estos participantes se inscribieron en la Iniciativa de neuroimagen de la enfermedad de Alzheimer.

El segundo grupo estaba formado por 112 personas con Alzheimer o DCL, o que se consideraban cognitivamente normales. Estos últimos participantes fueron reclutados a través del Penn Memory Center.

El Dr. Kling y sus colegas vieron que los valores más bajos de los índices que midieron correspondían a un mayor riesgo de desarrollar Alzheimer, y se observó una asociación similar para los diagnósticos de DCL.

Además, los científicos también notaron que la disminución de los niveles de ciertos plasmalógenos parecía estar relacionada con niveles elevados de la proteína tau, que es un sello distintivo de la enfermedad de Alzheimer.

"Esta investigación muestra que una deficiencia de plasmalógenos relacionada con la edad podría conducir a un mayor riesgo de enfermedad de Alzheimer, porque el hígado no puede producir suficientes", señala el Dr. Kling.

"Esta investigación [...] destaca una relación potencial entre afecciones como la obesidad y la diabetes y el Alzheimer, ya que el hígado tiene que trabajar más para descomponer los ácidos grasos con el tiempo".

Dr. Mitchel Kling

"Esto podría conducir a la eventual destrucción de los peroxisomas [elementos funcionales dentro de las células] que crean plasmalógenos que, por lo tanto, aumentan el riesgo de Alzheimer".

Un viaje de descubrimiento "prometedor"

Estas observaciones, agrega el equipo, también podrían explicar por qué los pacientes con Alzheimer que reciben aceite de pescado o DHA suplementario no muestran ninguna mejora en la función cognitiva.

Esto puede suceder porque el hígado no puede integrar los ácidos grasos en los plasmalógenos.

Otra noción intrigante es el hecho de que ciertos genes que se cree que desempeñan un papel en la enfermedad de Alzheimer también regulan el transporte y el metabolismo de los lípidos, por lo que los investigadores ahora están interesados ​​en averiguar si esto tiene alguna relación entre la producción de lípidos y la salud del cerebro.

“Nuestros hallazgos brindan una esperanza renovada para la creación de nuevos enfoques de tratamiento y prevención para la enfermedad de Alzheimer”, explica el Dr. Kling. "En el futuro, estamos examinando las conexiones entre los plasmalógenos, otros lípidos y la cognición, además de la expresión genética en el hígado y el cerebro".

"Si bien estamos en las primeras etapas del descubrimiento de cómo el hígado, los lípidos y la dieta se relacionan con la enfermedad de Alzheimer y la neurodegeneración, ha sido prometedor", agrega.

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