Así es como la falta de sueño altera la percepción emocional

¿Qué efecto tiene la privación del sueño en la forma en que percibimos los diversos estímulos emocionales? Un investigador del Karolinska Institutet en Suecia ha escrito una tesis con el objetivo de responder a esta pregunta.

La falta de sueño nos hace más propensos a tener percepciones emocionales negativas.

¿Alguna vez te has sentido malhumorado después de una noche de insomnio? Cuando no logramos satisfacer nuestra necesidad de descanso, nuestro cerebro tiende a rebelarse de diversas formas.

La falta de sueño, según han demostrado los estudios, puede ser tan mala como estar borracho, ya que altera la percepción del espacio y el tiempo de reacción.

Investigaciones más recientes incluso han sugerido que las personas que duermen mal tienen más probabilidades de evitar el contacto social y ser evitadas intuitivamente por otros.

Dado que la falta de sueño afecta la forma en que vemos las cosas e interactuamos con los demás, no es de extrañar que también pueda afectar nuestras percepciones emocionales, haciéndolas más negativas de lo habitual.

En su tesis doctoral, Sandra Tamm, del Departamento de Neurociencia Clínica del Karolinska Institutet, en Estocolmo, Suecia, se propuso explorar precisamente las formas en que la pérdida de sueño puede alterar nuestras percepciones emocionales y compromisos. Tamm defendió su tesis a principios de este mes.

La falta de sueño nos vuelve más negativos

En su trabajo, Tamm realizó no menos de cinco estudios, cada uno de los cuales se propuso evaluar un aspecto diferente de la relación entre la falta de sueño y la percepción emocional:

  • El primer estudio investigó el impacto de la falta de sueño en el contagio emocional (la capacidad de una persona para imitar y responder a las emociones de otra persona).
  • El segundo analizó el efecto de la privación del sueño en la capacidad de una persona para sentir empatía por el dolor de otra persona.
  • El tercero examinó la relación entre la restricción del sueño y la regulación emocional (la capacidad de una persona para controlar sus propias reacciones emocionales).
  • El cuarto analizó la restricción del sueño y la conectividad de la red cerebral.
  • El quinto evaluó el impacto de la alergia estacional (que es un factor de riesgo de pérdida de sueño) sobre la inflamación cerebral, con el objetivo de identificar un mecanismo que podría conducir a la falta de sueño.

En total, el investigador analizó los datos de 117 participantes y utilizó exploraciones PET y MRI para evaluar la actividad cerebral y los mecanismos cerebrales en el contexto de la pérdida de sueño, la alergia y la regulación emocional.

Los cinco estudios revelaron que, de hecho, las personas que experimentaron pérdida de sueño tenían más probabilidades de interpretar negativamente los estímulos emocionales, una situación llamada "sesgo de negatividad".

Además, también eran más propensos a tener mal humor y les resultaba más difícil regular sus propias respuestas emocionales.

Este se caracteriza por una mala transmisión entre la información recibida y procesada por el cerebro y los comportamientos emocionales resultantes. En su tesis, Tamm resume este hallazgo juguetonamente, en forma de haiku:

Después de un sueño más corto

control cognitivo de arriba hacia abajo

no funciona tan bien.

Sin embargo, al mismo tiempo, el investigador descubrió que la falta de sueño no afectaba significativamente la capacidad de una persona para experimentar empatía por el dolor, es decir, para responder de manera apropiada al dolor de otra persona.

En cuanto a los participantes con una alergia estacional, al polen de abedul, el investigador informa que experimentaron un sueño más deficiente, tanto durante la temporada de polen como durante todo el año, aunque lograron dormir más profundamente durante la temporada de polen que fuera de ella.

Sueño: un jugador importante en la salud mental

Tamm también señala que los estudios no revelaron ninguno de los mecanismos cerebrales que relacionan la pérdida de sueño con prejuicios negativos y otros cambios en el comportamiento emocional.

"Lamentablemente, no pudimos rastrear los mecanismos de cambio subyacentes detrás del sesgo de negatividad inducido por la privación del sueño al mostrar diferencias en el sistema emocional del cerebro, medido por resonancia magnética funcional", dice Tamm.

"Para las personas con alergia al polen, encontramos signos de inflamación en sus lecturas de sangre, pero no en el cerebro", agrega.

Sin embargo, la investigadora sostiene que sus hallazgos contribuyen a nuestra comprensión de la privación del sueño como un factor de riesgo principal para la mala salud mental.

“En última instancia, los resultados [de esta investigación] pueden ayudarnos a comprender cómo los problemas crónicos del sueño, la somnolencia y el cansancio contribuyen a las afecciones psiquiátricas, como al aumentar el riesgo de depresión”, dice Tamm.

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